lunes, 11 de mayo de 2009

Cronicas de Asdomu (Parte 3)

Protegido por la noche, refugiándose en las sombras, acechaba el fugitivo. Preparado para dar un nuevo golpe al poder del criminal que les gobernaba, Julius mantenía la posición mientras esperaba a su presa.

Gilbert y sus hombre vigilaban la caravana que transportaba cereales al granero de la guardia. En los últimos días, varios viajeros, se habían interesado demasiado por las rutas de suministro, y era muy probable que la caravana sufriera un ataque. En un principio Gilbert pensó en cambiar la ruta, pero las reservas escaseaban y no era posible perder el tiempo dando rodeos.

La carreta del recaudador avanzaba lentamente siguiendo lo previsto. En lugar de transportar los impuestos protegidos por un nutrido grupo de hombres armados, Gilbert optó por la discreción, y ordenó esconder el cargamento de oro en un doble fondo de una carreta similar a la usada por los vendedores ambulantes.
Cuando Julius vio aproximarse la carreta, comenzó a pronunciar viejas palabras llenas de poder, desatando el efecto mágico deseado, y tanto el conductor de la carreta, como los asnos que tiraban de ella, quedaron aturdidos durante unos segundos. Aprovechando el efecto del conjuro, Julius dejo inconsciente de un golpe al falso vendedor ambulante, y se hizo con el control de las riendas.
Tras avanzar varios metros, dejó al recaudador atado en una encrucijada bastante transitada, para que la guardia no tuviera problemas para encontrarle, y partió hacia su escondite.

El robo de los impuestos era algo más que una victoria para Julius, era la primera derrota de
Gilbert.

Diego Escudero

lunes, 1 de diciembre de 2008

Cronicas de Asdomu (Parte 2)

Cuando entró en vigor la prohibición de la magia, Dulguer tan solo aplicó sanciones económicas a los magos. Poco a poco, los magos empezaron a tener mala fama entre sus vecinos, y aprovechándose de ello, el rey comenzó a capturar y ejecutar, a cualquier persona sospechosa de practicar el arte de la magia.

En el poco tiempo que Gilbert llevaba siendo líder de la Guardia Real, había demostrado ser mejor que sus antecesores. Cuando tenía que cumplir una misión, Gilbert la cumplía. No importaba que tuviera que hacer para conseguirlo. No le preocupaba en absoluto el daño que pudiera causar a los demás, lo único que le preocupaba eran los resultados.

Julius salió corriendo por las calles de Alduraba despistando a sus perseguidores. Si la Guardia Real lo esperaba, lo más probable era que alguien le hubiera traicionado. Con las autoridades alertadas de su presencia, sería complicado continuar con el plan inicial. El objetivo de Julius era llegar a las granjas situadas al norte de Alduraba.
Los propietarios de las granjas, vivían oprimidos por la tiranía del rey Dulguer, y era probable que ayudaran a los rebeldes.
Ahora la situación era diferente, y Julius no quería poner en peligro a los granjeros, lo que le hizo buscar un nuevo objetivo, un objetivo con nombre propio, Gilbert.


Diego Escudero

viernes, 7 de noviembre de 2008

Cronicas de Asdomu (Parte 1)

La luz de la luna iluminó una sonrisa. Diez hombres esperaban ocultos en los oscuros callejones. Estaba previsto que un importante miembro de la rebelión, pasara la noche en la posada que estaban vigilando.

El Gato Tuerto, era una posada frecuentada por ladrones, contrabandistas, y asesinos. No era un lugar agradable y mucho menos seguro, pero Julius, sabía que si quería pasar desapercibido era su mejor opción.
Cuando Julius apareció caminando en dirección a la posada, Gilbert, haciendo un gesto con su mano, dio la orden a sus hombres de que se preparasen, y una decena de arcos se tensaron.

Lo primero que hizo el rey Dulguer al subir al trono fue prohibir la magia. A su pueblo le contó que la práctica de la magia corrompía el alma, convirtiendo a los magos en seres de una terrible maldad. Esta afirmación era completamente falsa. Lo que en realidad pretendía el rey, era acabar con todos los magos, porque les temía. Temía que se opusieran a sus planes, temía que su número aumentase, y temía sus capacidades.

Cuando el agudo oído de Julius, escucho los movimientos de varios hombres dispuestos a emboscarle, alzó sus brazos y gritó.
-Gurdzdrous.
La palabra mágica, pronunciada en la lengua de los grulls, retumbó en la cabeza de sus enemigos con gran fuerza, aturdiéndolos el tiempo suficiente para poder escapar de una muerte segura.


Diego Escudro

martes, 14 de octubre de 2008

La medalla

El pequeño David salió del colegio y se dirigió a su casa atravesando el parque. De pronto, entre unos rosales, escuchó un ruido. Lleno de curiosidad, fue a ver lo que producía aquel sonido. Cuando se acercó, calló por un agujero que conducía a una cueva. David se levantó y vio a una monstruosa criatura que se lanzaba sobre él. Cuando estaba a punto de darle alcance, de la pequeña medalla que llevaba David, en la que se indicaba su alergia a la penicilina, salió un rayo que aniquiló al horrible ser.
En ese instante, David escuchó una voz muy familiar, era la voz de su madre, despertándolo para ir al colegio y recordándole que se pusiera la medalla. David sonrió y se la colgó al cuello.


Diego Escudero

martes, 8 de julio de 2008

El extraño caballero

Era una taberna cutre con un dueño guarro, o puede que tal vez fuese una taberna guarra con un dueño cutre. Lo cierto es que hasta allí habían llegado las noticias. El rey había convocado a todos los caballeros de aquella tierra ofreciéndoles la mano de su hija. El que mostrase la habilidad más sorprendente, se casaría con la princesa y heredaría el reino.
Muchos caballeros acudieron a la llamada. Todos hicieron demostraciones de fuerza, habilidad y de ingenio, pero ninguno impresionó a la princesa. El último candidato, en lugar de hacer el tipo de exibiciones que los anteriores, hizo una serie de cabriolas y bailes ridículos. El rey, sintiéndose insultado, iba a mandarlo apresar, cuando la princesa sonriendo lo eligió como marido.
-¡Pero hija, si no es más que un bufón!
-Ha sido el único capaz de sorprenderme.-respondió la princesa.
-Fíjate bien -dijo el rey indignado.- ¿que clase de caballero se comporta así?
Entonces el caballero sonrió y se dirigió al rey.
-Soy un caballero danzante.


Diego Escudero

martes, 22 de enero de 2008

La Hermandad de los Justos

Sir Lurdirmark corría velozmente por aquellos bosques, llevaba firmemente agarrado de la mano a un muchacho de diez años para evitar perderlo durante la huida.

En otros tiempos, Lurdirmark no habría huido, tan siquiera se habria planteado la idea de hacerlo, pero su época de gloria se esfumó junto con su juventud. De joven fue sin duda alguna el mejor espadachín de la historia, su tecnica era perfecta, su velocidad insuperable y su fuerza qeuivalente a la de mil hombres, pero con los años, a pesar de mantener una forma físca envididble, solo era un vestigio de lo que en otro tiempo fue.

Lurdirmark tiró repentinamente de Adrianus, que así se llamamba el niño, y lo llevó tras unos arbustos. Adrianus asustado por la inesperada maniobra de su acompañante quiso gritar pero el viejo soldado le tapó la boca de forma preventiva. Tras unos instantes, cuatro soldados del rey Draknus, parason frente a los arbustos en los que estaban escondidos sin percatarse de su presencia.

Lurdirmark, dejó pasar un tiempo prudencial antes de salir de su escondite, para asegurarse de que sus perseguidores no se encontraban cerca. Tras mucho caminar, Lurdirmark y Adrianus llegaron a una cueva oculta en una grieta cubierta por frondosos matorrales.

Lurdirmark pertenecía a una sociedad secreta llamada La Hermandad de los Justos. Se trataba de un grupo de hombres que luchaban contra la tiranía de Draknus empleando la astucia y la discrección cocmo herramientas. La Hermandad de los Justos contaba con pococs miembros, sus planes a corto plazo consistían en salvar a los perseguidos, reclutar nuebros miembros y mejorar en los posible las condiciones de vidad del pueblo.

Entraron en la cueva, y recorrieron un largo corredor, que les llevó hasta una puerta ante la cual Lurdirmark se detuvo y miró fijamente a los ojos a su acompañante.

-Tras esta puerta está una de las armas más temidas por Darknus, y tu vas a tener acceso a ella.

Tras pronunciar estas palabras abrió la puerta y mostró a Adrianus una enorme sala llena de estanterías repletas de libros.

-Todo este saber está a tu disposición.- dijo Lurdirmark



Diego Escudero

lunes, 29 de octubre de 2007

La batalla decisiva

Los dos ejércitos, se encontraban uno frente al otro en aquella tarde de lluvia. El suelo completamente lleno de barro, era pisado por miles de hombres que avanzaban hacia su enemigo dispuestos a dar su vida en la lucha. A un lado de la llanura, se encontraba El ejercito de la Locura, extendiendo el caos y el desorden a su paso, al otro lado se encontraba El ejército de la Ley, buscando imponer a toda costa su estricto e incuestionable orden.
Cuando ambos bandos chocaron uno contra el otro, se produjo un autentico baño de sangre, los dos ejércitos luchaban con fiereza y sus fuerzas parecían estar igualadas. Cuando la mitad de los hombres de las dos facciones habían caído, otro ejercito entro en acción atacando a ambos contendientes y provocando su huida, evitando así su avance.
Tras finalizar la batalla, Laroch, el dios del bien, se presentó ante el general del ultimo ejército en aparecer.
-Me has servido bien Equilibrio-. dijo Laroch sonriendo.


Diego Escudero